martes, 24 de marzo de 2009

Nueva especie en Gijón: el pez robot

Científicos británicos soltarán en el puerto un sofisticado y novedoso aparato con sensores químicos para buscar contaminantes peligrosos.

Una nueva especie marina creada por un equipo de científicos británicos será la estrella del puerto de Gijón. Durante el próximo año, cinco «peces robot» serán liberados en el mar Cantábrico en el transcurso de un experimento sin precedentes en Europa y cuya finalidad consistirá en medir la contaminación de las aguas.

Los dispositivos, desarrollados por científicos británicos y que imitan a la perfección los movimientos reales de un pez, serán «puestos en libertad» en el puerto de Gijón, desde donde se moverán para desarrollar su actividad y controlar los índices de contaminación. Si el experimento del primero de los cinco robots que se desarrollará el próximo año tiene éxito, todo un ejército de esta nueva especie de peces mecánicos podría empezar a verse pronto en los ríos, lagos y mares de todo el mundo.

Los robots, que imitan las formas de una carpa, se mueven en las piscinas de los laboratorios de la Universidad de Essex, donde fueron creados, con entera libertad y de una forma muy similar a la que lo haría un pez real. Incluso la confección de sus aletas y escamas ofrecen una imagen muy similar a las que se pueden encontrar en el fondo marino.

Con un coste próximo a los 29.000 dólares (unos 21.200 euros) por unidad, estos robots están equipados con sensores químicos capaces de «olfatear» cualquier sustancia potencialmente peligrosa o contaminante, incluidos los escapes de combustible de los barcos o de las tuberías submarinas. Toda la información que recolecten durante sus patrullas será enviada vía Wi-Fi hasta los laboratorios de análisis de datos.

A diferencia de generaciones anteriores de peces robóticos, que era necesario manejar mediante control remoto, éstos son capaces de navegar de forma independiente y sin necesidad de ninguna comunicación ni intervención humana. El pez robot tiene sensores que le permiten reaccionar ante los obstáculos, y llevar la velocidad de un atún y la aceleración de un lucio.

Rory Doyle, el científico que ha dirigido el grupo de desarrollo en la universidad de Essex, asegura que existen muy buenas razones para haber desarrollado un robot en forma de pez, en lugar de limitarse a diseñar un minisubmarino convencional. «Al hacerlo, estamos construyendo sobre un diseño que lleva funcionando cientos de millones de años -explica el científico-, probado por la evolución y que tiene una increíble eficiencia energética. Y eso es precisamente lo que necesitamos para asegurar que nuestros sensores de contaminación puedan navegar bajo las aguas muchas horas».

Lo único que no ha explicado el científico es lo que sucederá cuando algún depredador, atraído por los movimientos, intente comerse alguna de sus creaciones. O cuando alguien se encuentre con un pez metálico atrapado sin remedio en sus redes de pesca. El robot medirá 1,5 metros de largo, aproximadamente el tamaño de una foca.

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